Para ti que sé que me espías, que miras todo lo que publico
en mi muro, pero callas y guardas mis palabras para, por si acaso, lanzármelas
luego a la cara como navajas afiladas.
Sí, a ti, que sé que me espías, y me mientes como si yo
fuera idiota, sí, a ti, porque sé que guardas mis palabras, para, por si
acaso, lanzármelas luego a la cara como
navajas afiladas.
Para ti que sé que vigilas mis pasos, y que nada de mí te es
ajeno porque tus espías hacen bien su trabajo, y saben todo cuanto de mí es,
inventándome, además, actos que nunca realicé. Sí, a ti que te escondes
bloqueándome en tus redes donde sueles aparecer enseñando tus morritos a modo
de femme fatale, a ti.
Te dedico estas palabras porque sé que las guardarás
para, por si acaso, lanzármelas a la cara como navajas afiladas.
Sí, a ti, que sé que me espías, dime: ¿qué te he hecho para
que me trates peor que a un cerdo?
Pierre Colline del libro “Esos ojos azules que me espían”.
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